Reportajes, reflexiones, relatos callejeros y otras aventuras. Un homenaje a los detectives salvajes que aún sobreviven en el planeta
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15 May 2012
Los indignados desbordan la Puerta del Sol en el primer aniversario del 15M
A las 5:00 la policía desalojó a un centenar de personas que querían acampar
El sábado 12 de mayo una gran concentración en la Puerta del Sol de Madrid dio comienzo a la protesta de cuatro días convocada en el primer aniversario del 15M. La escena del año pasado se repitió: decenas de miles de indignados (30.000 según la policía) desbordaron la plaza y protestaron contra los políticos y los mercados. Pero esta vez no hubo tiendas de campaña ni toldos azules. Solo un centenar de personas decidieron acampar. A las 5:00 de la madrugada la policía les desalojó.
Desde las seis de la tarde varias marchas recorrían el centro de la capital desde distintos puntos para confluir en el Kilometro Cero, epicentro de la protesta. La plaza del Emperador Carlos V en Atocha congregaba a miles de manifestantes de distintas agrupaciones e ideologías. Banderas republicanas, comunistas y anarquistas y pancartas contra los recortes y contra la reforma laboral llenaban la plaza. La calle Atocha, el paseo del Prado, la calle Carretas y la calle Alcalá se llenaron de manifestantes que iban de camino a Sol. La afluencia de gente fue menor al año pasado, pero las calles aledañas al Kilometro Cero se colapsaron durante más de diez horas. Un dispositivo de decenas de furgones policiales y más de 1.500 agentes vigilaba la plaza debajo de la torre del reloj.
El ambiente de la Puerta del Sol fue pacífico y festivo y los lemas coreados en 2011, “que no nos representan”, “esta crisis no la pagamos” y “lo llaman democracia y no lo es”, se repitieron a lo largo de la tarde. También se gritaron consignas más actuales como “Urdangarin a trabajar al Burger King”, “son maleantes los que cazan elefantes” o “Mariano que no llegas al verano”. Varias bandas de batucadas (música brasileña de percusión) dieron a la plaza el aspecto de una gran fiesta al aire libre.
A las 0:00, un grito mudo cerró la primera jornada de protesta, tras el cual los indignaron cantaron el cumpleaños feliz al movimiento. La euforia hizo vibrar la plaza. Varios chinos y bangladesíes pasaron la noche vendiendo cervezas de lata a los manifestantes que se sentaban en corro a beber y charlar. Sol permaneció repleta de gente hasta las 4:00. A las 5:00 solo quedaba un centenar de indignados dispuestos a acampar. La policía les desalojó a la fuerza y detuvo a 18 personas.
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12 May 2012
El 15M, un superhéroe colectivo contra los desahucios
Un año después, el movimiento de los indignados ha conseguido parar más de 200 desalojos. En la semana de su aniversario se enfrentan a nueve
Desde el balcón de su casa, los ecuatorianos Gonzalo y Teresa observan nerviosos la carretera. No han dormido en toda la noche. Llevan desde las ocho de la mañana esperando la llegada de los policías que les echarán para siempre de su casa, un piso segundo de la calle de Carcastillo, en el popular barrio madrileño de Pan Bendito, al sur de Madrid. A las 11:30 ven llegar dos vehículos, en uno está la comisión judicial, el otro es un coche patrulla con dos agentes dispuestos a efectuar el desahucio. Gonzalo parpadea nervioso y solloza mientras baja las escaleras corriendo. Pero no todo está perdido: en la calle más de 70 militantes del 15M y de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) taponan la acera y el portal al grito de: “Este desahucio lo vamos a parar”.
El barrio vive momentos de tensión. Mientras la comisión judicial negocia con Javier Rubio, abogado voluntario de la PAH, los indignados bloquean el acceso y no dejan de corear. Diez minutos después, Rubio da la mano a los policías, se vuelve y guiña el ojo a la pareja de ecuatorianos. “Lo hemos conseguido”, dice. Todo el mundo aplaude y grita emocionado. Gracias al 15M, la comisión judicial ha aceptado aplazar el desalojo un mes y medio. Luis Gonzalo, visiblemente emocionado, agarra un altavoz y grita: “Muchas gracias a todos. Yo estaré en el próximo desahucio para ayudar a los que vienen detrás. Estaremos juntos en esta lucha. Y unidos venceremos”.
Gonzalo firmó una hipoteca en 2005 con el banco Santander, cuando ganaba 1.300 euros mensuales como carpintero. Aunque no tenía contrato de trabajo, le dieron todo tipo de facilidades para pagar el préstamo. Desde entonces comparte el piso (de 87 metros cuadrados, valorado en 218.000 euros) con su mujer Teresa y su sobrina, que hace seis meses dio a luz a un bebé. Al principio pagaban 800 euros mensuales, pero la letra comenzó a subir de precio: de 800 euros a 900, y finalmente a 1.400. En 2008 Gonzalo perdió su trabajo y dejó de pagar la renta. Debe más de 100.000 euros al banco.
La Unión de Créditos Inmobiliarios del Grupo Santander llevó el caso a los tribunales. Teresa narra indignada las innumerables llamadas con amenazas que recibió de parte de Reintegra, la empresa de recobro del banco: “Me dijeron que me dejarían en la calle, que nos denunciarían y que nos excluirían de la sociedad”. El Santander contrata a esta asesoría de recobro que emplea a actores para simular agresividad en las conversaciones e intimidar a los hipotecados que han dejado de pagar. “Nos presionan para que les atemoricemos hasta el límite de lo moral” comenta Daniel, actor, contratado como teleoperador de recobro de morosidad. Daniel, que no quiere dar su apellido, mostró a este periódico el argumentario utilizado por la empresa, en el que los agentes como él deben leer las amenazas a los endeudados: “Cualquier bien que posea será embargado y vendido o adjudicado por nuestro banco y usted será incluido en los ficheros de morosidad. Teniendo en cuenta estas graves consecuencias ¿no cree que debería realizar un esfuerzo mayor para pagar su deuda?”.
En 2009, sin conseguir que la pareja arruinada pagara su deuda, el Santander adquirió la vivienda en subasta judicial. La fecha del desalojo se fijó para el lunes siete de mayo de 2012. Todo parecía perdido para ellos, pero 15 días antes de la fecha, gracias a un conocido del barrio, Teresa se puso en contacto con el 15M y con la PAH. Desde entonces la familia cuenta con una ayuda y un asesoramiento imprevisto. Militantes voluntarios y otros afectados por desahucios protegen a la pareja, les asesoran y se enfrentan a la policía para evitar que se queden en la calle. Gracias a ellos el desalojo se ha aplazado un mes y medio. En ese tiempo, van a intentar que el banco conceda a la familia el alquiler social, una renta a precio asequible que algunas entidades conceden a personas afectadas por la crisis.
Gonzalo está en paro y cobra 425 euros mensuales de subsidio. Teresa, que tiene una minusvalía del 45% por una dolencia en las cervicales, gana 380 euros como limpiadora a media jornada. De momento tienen un respiro. Pero en un mes y medio podrían estar en la calle. “Al segundo intento, vienen con lecheras y antidisturbios” advierte el abogado de la PAH.
Los héroes anónimos de la lucha contra los desahucios
Entre el tumulto de gente que rodea a Gonzalo y Teresa para felicitarles, se encuentran rostros comunes en la lucha contra los deshaucios como Feli, militante del 15M y dirigente de la PAH y la búlgara Tatyana Roeva, la primera amenazada de desahucio en Madrid a cuyo rescate acudió el 15M el 15 de junio de 2011. A Tatyana y a su pareja el BBVA les ofreció un préstamo de 215.000 euros a pagar en 37 años a pesar de que ninguno de los dos tenía nómina. Gracias a la presión de los indignados, la entidad les concedió la dación en pago: les condonó el total de la deuda con la condición de que abandonaran inmediatamente la casa. Hoy Tatyana es una líder del movimiento y ejerce de psicóloga de la PAH en Madrid. "Y no se pierde un deshaucio", comentan sus compañeros.
El peruano Jorge de la Cruz también acude a felicitar a la pareja. Él se hipotecó con el Banco Santander en 2005 aceptando pagar 650 euros mensuales. Al igual que en el caso de Gonzalo y Teresa, el Santander subió la letra hasta 1200 euros. Jorge se quedó sin trabajo y dejó de pagar. Finalmente, en febrero de 2012, el banco negoció con Jorge y le permitió quedarse en el piso como inquilino pagando 500 euros mensuales. Desde entonces apoya a los afectados por la hipoteca y asiste a los “bloqueos humanos” de los indignados porque, como afirma “es la única forma de que el banco nos escuche”.
Desde noviembre de 2010 hasta mayo de 2011, la PAH había conseguido impedir 10 desahucios. Pero fue el impulso del 15M lo que les ha llevado a repetir el modus operandi que “asegura una dinámica de victoria” en palabras de Adriá Alemany, economista y miembro de la PAH de Cataluña. El grito de guerra que la PAH usó en Cataluña se repite en cada nuevo desahucio impedido: “Sí, se puede”, una adaptación del Yes we can de Obama. “Podemos parar los desahucios con la resistencia pacífica”, corean los voluntarios en un altavoz. Y tienen razón; ya han parado más de 200 en toda España.
El abogado de la pareja ecuatoriana, Javier Rubio, explica que las ejecuciones hipotecarias responden a una estrategia calculada de las entidades financieras que concedieron hipotecas a sectores vulnerables de la sociedad. “Los bancos sabían que esta gente no podría pagar, pero les daba igual”. Según Rubio, los bancos hacen un negocio vendiendo casas muy caras y dando todo tipo de facilidades de pago, porque les respalda la Ley Hipotecaria, según la cual, si el deudor no puede pagar al banco, este se hará con la vivienda pagando solo el 50% de su valor, mientras que el desahuciado se queda con una deuda perpetua que nunca podrá pagar. “Cuanto más hipotecas firman y mayor es la tasación de las viviendas, mayor es el paquete de deuda titulizada que colocan en los mercados y mayor es el capital que captan” explica.
Esta semana, que coincide con la celebración del aniversario del 15M, ha sido especialmente dura. Había 9 desahucios programados a los que los indignados hicieron frente. Solo uno se ha llevado a cabo. Desde que en 2007 estalló la crisis, más de 350.000 familias han sido víctimas de un procedimiento de desahucio. Pero desde el 15 de mayo de 2011, los bancos son conscientes de que su reputación está siendo muy perjudicada por las imágenes de los desahucios y la aparición en la prensa de las historias personales de las familias afectadas.
El banco Santander ha refinanciado más de 40.000 operaciones por un valor de 4200 millones de euros. La opción de alquilar el piso por un precio acorde a los ingresos del inquilino cada vez se utiliza más. Para Rafael Mayoral, abogado voluntario de la PAH, el aumento de estos alquileres se debe a la movilización social. Pero sólo las familias que denuncian su situación y contactan con el 15M y la PAH obtienen la ayuda necesaria para hacer frente al desahucio. El resto siguen siendo atemorizados por las amenazas de las empresas de recobro y en muchos casos expulsados de sus casas por la policía. Para quienes lo han perdido todo, la indigencia y la mendicidad es el único futuro.
Desde el balcón de su casa, los ecuatorianos Gonzalo y Teresa observan nerviosos la carretera. No han dormido en toda la noche. Llevan desde las ocho de la mañana esperando la llegada de los policías que les echarán para siempre de su casa, un piso segundo de la calle de Carcastillo, en el popular barrio madrileño de Pan Bendito, al sur de Madrid. A las 11:30 ven llegar dos vehículos, en uno está la comisión judicial, el otro es un coche patrulla con dos agentes dispuestos a efectuar el desahucio. Gonzalo parpadea nervioso y solloza mientras baja las escaleras corriendo. Pero no todo está perdido: en la calle más de 70 militantes del 15M y de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) taponan la acera y el portal al grito de: “Este desahucio lo vamos a parar”.
El barrio vive momentos de tensión. Mientras la comisión judicial negocia con Javier Rubio, abogado voluntario de la PAH, los indignados bloquean el acceso y no dejan de corear. Diez minutos después, Rubio da la mano a los policías, se vuelve y guiña el ojo a la pareja de ecuatorianos. “Lo hemos conseguido”, dice. Todo el mundo aplaude y grita emocionado. Gracias al 15M, la comisión judicial ha aceptado aplazar el desalojo un mes y medio. Luis Gonzalo, visiblemente emocionado, agarra un altavoz y grita: “Muchas gracias a todos. Yo estaré en el próximo desahucio para ayudar a los que vienen detrás. Estaremos juntos en esta lucha. Y unidos venceremos”.
Gonzalo firmó una hipoteca en 2005 con el banco Santander, cuando ganaba 1.300 euros mensuales como carpintero. Aunque no tenía contrato de trabajo, le dieron todo tipo de facilidades para pagar el préstamo. Desde entonces comparte el piso (de 87 metros cuadrados, valorado en 218.000 euros) con su mujer Teresa y su sobrina, que hace seis meses dio a luz a un bebé. Al principio pagaban 800 euros mensuales, pero la letra comenzó a subir de precio: de 800 euros a 900, y finalmente a 1.400. En 2008 Gonzalo perdió su trabajo y dejó de pagar la renta. Debe más de 100.000 euros al banco.
La Unión de Créditos Inmobiliarios del Grupo Santander llevó el caso a los tribunales. Teresa narra indignada las innumerables llamadas con amenazas que recibió de parte de Reintegra, la empresa de recobro del banco: “Me dijeron que me dejarían en la calle, que nos denunciarían y que nos excluirían de la sociedad”. El Santander contrata a esta asesoría de recobro que emplea a actores para simular agresividad en las conversaciones e intimidar a los hipotecados que han dejado de pagar. “Nos presionan para que les atemoricemos hasta el límite de lo moral” comenta Daniel, actor, contratado como teleoperador de recobro de morosidad. Daniel, que no quiere dar su apellido, mostró a este periódico el argumentario utilizado por la empresa, en el que los agentes como él deben leer las amenazas a los endeudados: “Cualquier bien que posea será embargado y vendido o adjudicado por nuestro banco y usted será incluido en los ficheros de morosidad. Teniendo en cuenta estas graves consecuencias ¿no cree que debería realizar un esfuerzo mayor para pagar su deuda?”.
En 2009, sin conseguir que la pareja arruinada pagara su deuda, el Santander adquirió la vivienda en subasta judicial. La fecha del desalojo se fijó para el lunes siete de mayo de 2012. Todo parecía perdido para ellos, pero 15 días antes de la fecha, gracias a un conocido del barrio, Teresa se puso en contacto con el 15M y con la PAH. Desde entonces la familia cuenta con una ayuda y un asesoramiento imprevisto. Militantes voluntarios y otros afectados por desahucios protegen a la pareja, les asesoran y se enfrentan a la policía para evitar que se queden en la calle. Gracias a ellos el desalojo se ha aplazado un mes y medio. En ese tiempo, van a intentar que el banco conceda a la familia el alquiler social, una renta a precio asequible que algunas entidades conceden a personas afectadas por la crisis.
Gonzalo está en paro y cobra 425 euros mensuales de subsidio. Teresa, que tiene una minusvalía del 45% por una dolencia en las cervicales, gana 380 euros como limpiadora a media jornada. De momento tienen un respiro. Pero en un mes y medio podrían estar en la calle. “Al segundo intento, vienen con lecheras y antidisturbios” advierte el abogado de la PAH.
Los héroes anónimos de la lucha contra los desahucios
Entre el tumulto de gente que rodea a Gonzalo y Teresa para felicitarles, se encuentran rostros comunes en la lucha contra los deshaucios como Feli, militante del 15M y dirigente de la PAH y la búlgara Tatyana Roeva, la primera amenazada de desahucio en Madrid a cuyo rescate acudió el 15M el 15 de junio de 2011. A Tatyana y a su pareja el BBVA les ofreció un préstamo de 215.000 euros a pagar en 37 años a pesar de que ninguno de los dos tenía nómina. Gracias a la presión de los indignados, la entidad les concedió la dación en pago: les condonó el total de la deuda con la condición de que abandonaran inmediatamente la casa. Hoy Tatyana es una líder del movimiento y ejerce de psicóloga de la PAH en Madrid. "Y no se pierde un deshaucio", comentan sus compañeros.
El peruano Jorge de la Cruz también acude a felicitar a la pareja. Él se hipotecó con el Banco Santander en 2005 aceptando pagar 650 euros mensuales. Al igual que en el caso de Gonzalo y Teresa, el Santander subió la letra hasta 1200 euros. Jorge se quedó sin trabajo y dejó de pagar. Finalmente, en febrero de 2012, el banco negoció con Jorge y le permitió quedarse en el piso como inquilino pagando 500 euros mensuales. Desde entonces apoya a los afectados por la hipoteca y asiste a los “bloqueos humanos” de los indignados porque, como afirma “es la única forma de que el banco nos escuche”.
Desde noviembre de 2010 hasta mayo de 2011, la PAH había conseguido impedir 10 desahucios. Pero fue el impulso del 15M lo que les ha llevado a repetir el modus operandi que “asegura una dinámica de victoria” en palabras de Adriá Alemany, economista y miembro de la PAH de Cataluña. El grito de guerra que la PAH usó en Cataluña se repite en cada nuevo desahucio impedido: “Sí, se puede”, una adaptación del Yes we can de Obama. “Podemos parar los desahucios con la resistencia pacífica”, corean los voluntarios en un altavoz. Y tienen razón; ya han parado más de 200 en toda España.
El abogado de la pareja ecuatoriana, Javier Rubio, explica que las ejecuciones hipotecarias responden a una estrategia calculada de las entidades financieras que concedieron hipotecas a sectores vulnerables de la sociedad. “Los bancos sabían que esta gente no podría pagar, pero les daba igual”. Según Rubio, los bancos hacen un negocio vendiendo casas muy caras y dando todo tipo de facilidades de pago, porque les respalda la Ley Hipotecaria, según la cual, si el deudor no puede pagar al banco, este se hará con la vivienda pagando solo el 50% de su valor, mientras que el desahuciado se queda con una deuda perpetua que nunca podrá pagar. “Cuanto más hipotecas firman y mayor es la tasación de las viviendas, mayor es el paquete de deuda titulizada que colocan en los mercados y mayor es el capital que captan” explica.
Esta semana, que coincide con la celebración del aniversario del 15M, ha sido especialmente dura. Había 9 desahucios programados a los que los indignados hicieron frente. Solo uno se ha llevado a cabo. Desde que en 2007 estalló la crisis, más de 350.000 familias han sido víctimas de un procedimiento de desahucio. Pero desde el 15 de mayo de 2011, los bancos son conscientes de que su reputación está siendo muy perjudicada por las imágenes de los desahucios y la aparición en la prensa de las historias personales de las familias afectadas.
El banco Santander ha refinanciado más de 40.000 operaciones por un valor de 4200 millones de euros. La opción de alquilar el piso por un precio acorde a los ingresos del inquilino cada vez se utiliza más. Para Rafael Mayoral, abogado voluntario de la PAH, el aumento de estos alquileres se debe a la movilización social. Pero sólo las familias que denuncian su situación y contactan con el 15M y la PAH obtienen la ayuda necesaria para hacer frente al desahucio. El resto siguen siendo atemorizados por las amenazas de las empresas de recobro y en muchos casos expulsados de sus casas por la policía. Para quienes lo han perdido todo, la indigencia y la mendicidad es el único futuro.
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20 Dec 2011
Año 2011. Saliendo de las sombras
Oh, the wind, the wind is blowing,
through the graves the wind is blowing,
freedom soon will come;
then we'll come from the shadows.
(The partisan, Leonard Cohen)
14 de julio de 1789; toma de La Bastilla. 2 de mayo de 1808; levantamiento contra la invasión napoleónica. 18 de marzo de 1871; Comuna de París. 25 de octubre de 1917; asalto del Palacio de Invierno. 14 de abril de 1931; proclamación de la Segunda República. 1 de enero de 1959; triunfo revolucionario en La Habana.
Son algunas fechas clave en la historia contemporánea, “La era de las Revoluciones” como la bautizó el gran historiador Eric Hobsbawm. No es ni mucho menos una cronología completa; faltan otras fechas importantes y quizás sobra alguna de consecuencias cuestionables y efímeras. Los días que aquí expongo tienen algo en común; en ellos se produjeron estallidos sociales de carácter popular en los que las masas de indignados salieron a las calles para cambiar la historia. Luchaban por su libertad, por una vida digna y por un sistema político más justo. Por supuesto no lograron ningún objetivo tangible de la noche a la mañana, ni siquiera a lo largo de ese mismo año o de los años sucesivos. Pero pusieron en marcha a la historia, y la historia avanzó para nunca más volver atrás, a pesar de los posteriores fracasos, traiciones y desengaños.
Quedan pocos días para que acabe el año 2011, un año colmado de revueltas, protestas y estallidos sociales y que sin embargo, acaba sin consecuencias fácticas a la vista. La historia, como siempre, se encarga de recordarnos los símbolos y los antecedentes. En nuestra memoria quedará el vendedor ambulante tunecino Mohamed Bouazizi, que el 17 de diciembre de 2010 se inmoló en protesta del Gobierno y dio lugar a un movimiento revolucionario sin precedentes que se extendió como la pólvora a lo largo de 2011 de Túnez a Egipto, a Libia y a toda la región norteafricana y de Oriente Próximo. Ya son cuatro los dictadores derrocados (Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Saleh) y otros tantos muy pendientes de los movimientos opositores. Algunos de ellos en jaque como el sirio Bachar Al Asad. Pero la historia ingrata no ha premiado a los revolucionarios, que padecen el vacío institucional en Libia, la incertidumbre de una democracia recién nacida en Túnez y siguen siendo reprimidos de forma inhumana en Egipto y en Siria. Y a pesar de todo, por primera vez en su historia, el mundo árabe tiene la esperanza de salir por fin de las sombras.
En Europa la historia es bien distinta. Han caído los gobiernos de Grecia y de Italia y el de España ha sido vapuleado en las elecciones. La llamada crisis de la deuda se lleva por delante a todos los responsables de gestionarla. Incluso Merkel y Sarkozi llevan las de perder en las próximas elecciones. Los mercados amenazan con quitar de en medio a cualquier gobierno que no sea útil para sus intereses. Y mientras nuestra economía juega a la ruleta rusa, los gobiernos europeos claman contra las tiranías y apoyan a los aguerridos manifestantes árabes (siempre que tengan intereses geoestratégicos en la zona, como no). Apoyan las revueltas lejanas pero ignoran las protestas democráticas y pacifistas que se producen en sus propios países.
El 15 de mayo comenzó en Madrid un movimiento de protesta global que ha marcado un antes y un después en las conciencias de las nuevas generaciones. Estudiantes, trabajadores precarios y desempleados de todas las ideologías se unieron por vez primera bajo la consigna común de una democracia “real” y participativa. Se pedían tres cosas básicamente. Uno, que el gobierno defienda los intereses de los trabajadores frente a los mercados. Dos, que se consulte al ciudadano ante las decisiones políticas transcendentes. Y tres, que haya una representatividad electoral ecuánime para todos los partidos y no solo para los dos más poderosos. La sencillez de esas propuestas irrebatibles ha extendido el movimiento 15M desde Madrid al resto de las ciudades europeas y americanas. El 15 de octubre fue convocada la manifestación más internacional de la historia. 951 ciudades de 82 países convocaron manifestaciones de protesta convirtiendo el movimiento contestatario en una fuerza global.¿Los resultados? Ninguno a la vista. El tiempo dirá.
2011 es un año revolucionario aunque ninguna revolución haya conseguido sus logros. Se acabó la era de Bin Laden y los yihadistas, de la ETA y las narcoguerrillas latinoamericanas. Una nueva fuerza popular, democrática y revolucionaria ha surgido y no se apagará fácilmente. Los pesimistas y los sectareos hablan del 15M en pasado, como si hubiera muerto por culpa de no adoptar un signo ideológico. Los ignorantes, los que nunca supieron ni quisieron saber de lo que se trataba, lo tachan de extrema izquierda y lo asocian al minoritario movimiento okupa para desprestigiarlo y darlo por acabado. Para mí es una fecha, simplemente una fecha que marcó un antes y un después en la conciencia de la gente. Fue la fecha en la que las protestas árabes por fin trascendieron, transitaron y se adaptaron al mundo occidental. La parada obligatoria era España, un país a caballo cultural y geográficamente entre ambos mundos. Madrid o Tunez, Sol o Tahrir, 17 de diciembre o 15 de mayo, qué más da. Muchos insisten en las diferencias que nos separan, yo creo que son más los puntos en común. La clave está en sentirlo como una lucha común, pese a la diferencia de los métodos y de los escenarios. Se lucha por la justicia, por la dignidad y por la democracia.
No hay resultados, pero nada será igual a partir de ahora. Se acabó la tolerancia hacia la desigualdad, la indiferencia hacia la corrupción y la pasividad ante los abusos de políticos y los mercados. “Dormíamos; despertamos” fue el lema más significativo de la Puerta del Sol. La prensa no puede ocultar la importancia de las protestas, hasta la revista Time ha elegido al “manifestante” como personaje del año reconociendo esa nueva energía desconocida que ha resurgido en la historia. Los políticos europeos saben que el horno no está para bollos, las tiranías árabes tiemblan e incluso en Rusia (el último país en despertar, por ahora) los manifestantes pueden poner en jaque la corrupción electoral del gobierno. Si persistimos en nuestro empeño, si como dice la canción de Cohen "el viento sigue soplando"; la libertad llegará. Entonces sí, saldremos de las sombras.
through the graves the wind is blowing,
freedom soon will come;
then we'll come from the shadows.
(The partisan, Leonard Cohen)
14 de julio de 1789; toma de La Bastilla. 2 de mayo de 1808; levantamiento contra la invasión napoleónica. 18 de marzo de 1871; Comuna de París. 25 de octubre de 1917; asalto del Palacio de Invierno. 14 de abril de 1931; proclamación de la Segunda República. 1 de enero de 1959; triunfo revolucionario en La Habana.
Son algunas fechas clave en la historia contemporánea, “La era de las Revoluciones” como la bautizó el gran historiador Eric Hobsbawm. No es ni mucho menos una cronología completa; faltan otras fechas importantes y quizás sobra alguna de consecuencias cuestionables y efímeras. Los días que aquí expongo tienen algo en común; en ellos se produjeron estallidos sociales de carácter popular en los que las masas de indignados salieron a las calles para cambiar la historia. Luchaban por su libertad, por una vida digna y por un sistema político más justo. Por supuesto no lograron ningún objetivo tangible de la noche a la mañana, ni siquiera a lo largo de ese mismo año o de los años sucesivos. Pero pusieron en marcha a la historia, y la historia avanzó para nunca más volver atrás, a pesar de los posteriores fracasos, traiciones y desengaños.
Quedan pocos días para que acabe el año 2011, un año colmado de revueltas, protestas y estallidos sociales y que sin embargo, acaba sin consecuencias fácticas a la vista. La historia, como siempre, se encarga de recordarnos los símbolos y los antecedentes. En nuestra memoria quedará el vendedor ambulante tunecino Mohamed Bouazizi, que el 17 de diciembre de 2010 se inmoló en protesta del Gobierno y dio lugar a un movimiento revolucionario sin precedentes que se extendió como la pólvora a lo largo de 2011 de Túnez a Egipto, a Libia y a toda la región norteafricana y de Oriente Próximo. Ya son cuatro los dictadores derrocados (Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Saleh) y otros tantos muy pendientes de los movimientos opositores. Algunos de ellos en jaque como el sirio Bachar Al Asad. Pero la historia ingrata no ha premiado a los revolucionarios, que padecen el vacío institucional en Libia, la incertidumbre de una democracia recién nacida en Túnez y siguen siendo reprimidos de forma inhumana en Egipto y en Siria. Y a pesar de todo, por primera vez en su historia, el mundo árabe tiene la esperanza de salir por fin de las sombras.
En Europa la historia es bien distinta. Han caído los gobiernos de Grecia y de Italia y el de España ha sido vapuleado en las elecciones. La llamada crisis de la deuda se lleva por delante a todos los responsables de gestionarla. Incluso Merkel y Sarkozi llevan las de perder en las próximas elecciones. Los mercados amenazan con quitar de en medio a cualquier gobierno que no sea útil para sus intereses. Y mientras nuestra economía juega a la ruleta rusa, los gobiernos europeos claman contra las tiranías y apoyan a los aguerridos manifestantes árabes (siempre que tengan intereses geoestratégicos en la zona, como no). Apoyan las revueltas lejanas pero ignoran las protestas democráticas y pacifistas que se producen en sus propios países.
El 15 de mayo comenzó en Madrid un movimiento de protesta global que ha marcado un antes y un después en las conciencias de las nuevas generaciones. Estudiantes, trabajadores precarios y desempleados de todas las ideologías se unieron por vez primera bajo la consigna común de una democracia “real” y participativa. Se pedían tres cosas básicamente. Uno, que el gobierno defienda los intereses de los trabajadores frente a los mercados. Dos, que se consulte al ciudadano ante las decisiones políticas transcendentes. Y tres, que haya una representatividad electoral ecuánime para todos los partidos y no solo para los dos más poderosos. La sencillez de esas propuestas irrebatibles ha extendido el movimiento 15M desde Madrid al resto de las ciudades europeas y americanas. El 15 de octubre fue convocada la manifestación más internacional de la historia. 951 ciudades de 82 países convocaron manifestaciones de protesta convirtiendo el movimiento contestatario en una fuerza global.¿Los resultados? Ninguno a la vista. El tiempo dirá.
2011 es un año revolucionario aunque ninguna revolución haya conseguido sus logros. Se acabó la era de Bin Laden y los yihadistas, de la ETA y las narcoguerrillas latinoamericanas. Una nueva fuerza popular, democrática y revolucionaria ha surgido y no se apagará fácilmente. Los pesimistas y los sectareos hablan del 15M en pasado, como si hubiera muerto por culpa de no adoptar un signo ideológico. Los ignorantes, los que nunca supieron ni quisieron saber de lo que se trataba, lo tachan de extrema izquierda y lo asocian al minoritario movimiento okupa para desprestigiarlo y darlo por acabado. Para mí es una fecha, simplemente una fecha que marcó un antes y un después en la conciencia de la gente. Fue la fecha en la que las protestas árabes por fin trascendieron, transitaron y se adaptaron al mundo occidental. La parada obligatoria era España, un país a caballo cultural y geográficamente entre ambos mundos. Madrid o Tunez, Sol o Tahrir, 17 de diciembre o 15 de mayo, qué más da. Muchos insisten en las diferencias que nos separan, yo creo que son más los puntos en común. La clave está en sentirlo como una lucha común, pese a la diferencia de los métodos y de los escenarios. Se lucha por la justicia, por la dignidad y por la democracia.
No hay resultados, pero nada será igual a partir de ahora. Se acabó la tolerancia hacia la desigualdad, la indiferencia hacia la corrupción y la pasividad ante los abusos de políticos y los mercados. “Dormíamos; despertamos” fue el lema más significativo de la Puerta del Sol. La prensa no puede ocultar la importancia de las protestas, hasta la revista Time ha elegido al “manifestante” como personaje del año reconociendo esa nueva energía desconocida que ha resurgido en la historia. Los políticos europeos saben que el horno no está para bollos, las tiranías árabes tiemblan e incluso en Rusia (el último país en despertar, por ahora) los manifestantes pueden poner en jaque la corrupción electoral del gobierno. Si persistimos en nuestro empeño, si como dice la canción de Cohen "el viento sigue soplando"; la libertad llegará. Entonces sí, saldremos de las sombras.
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