Fíjense bien en este hombre trajeado. Pertenece al Ejército Libre de Siria, pero poco tiene que ver con el resto de guerrilleros vestidos con chándal, deportivas y chalecos de camuflaje sudorosos.
Es un señor.
De no ser por los zapatos de punta llenos de polvo podría acudir a una fiesta de gala en Beverly Hills y ligarse a más de una. Con sus gafas de sol a lo George Michael, su pose enhiesto a lo Manolete y su pelo cuidadosamente peinado hacia atrás, el señor apunta con la mano derecha su rifle de asalto Kaláshnikov (fabricado para ser sujetado con ambas manos y apoyar la culata en un hombro), como si de una pistola de agua se tratase, mientras reposa su cigarrito en la mano izquierda, como echando la ceniza al suelo entre disparo y disparo. No sabemos a quien apunta, pero una cosa está clara: no teme a la muerte, prefiere morir con estilo, bien vestido y con gesto altivo.
El puto amo se descojona de Bachar Al Asad y su pandilla.
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