22 May 2011

HOMENAJE A MADRID




Por la noche, en los campamentos de la Puerta del Sol de Madrid, encontré a un joven manifestante, observando el mapa de las comisiones creadas por los acampados.

Era un chico de unos veinticinco años, de aspecto rudo, pelo rubio y espalda ancha. Tenía una boina de cuero fieramente inclinada sobre un ojo. Lo vi de perfil, contemplando desconcertado el mapa que colgaba de una cuerda. Algo en su rostro me conmovió profundamente. Había en él una mezcla de candor y ferocidad y el asombro infantil de quien no entiende bien lo que ve. Casi no puedo explicarme como sentí por él una simpatía tan inmediata. Cuando iba a marcharme, él me vio observándole, me dijo ¡Compañero! y me estrechó con fuerza la mano. ¡Resulta extraño cuanto afecto se puede sentir por un desconocido! Fue como si nuestros espíritus se entendiesen sin necesidad del lenguaje. Deseé que sintiera tanta simpatía por mí como yo por él, pero sabía que para conservar esa primera impresión no debía volver a verlo ni a hablar con él, y así ocurrió en efecto. En este lugar uno siempre establece este tipo de contactos.

Quizás el lector se percate de que el párrafo anterior es sospechosamente parecido al comienzo de “Homenaje a Cataluña”, en el que George Orwell describe su llegada a la Barcelona revolucionaria de 1937. Este libro es una obra maestra del reportaje periodístico y uno de los mejores ejemplos de valentía y honestidad intelectual del siglo XX. Salvando las distancias, diré que mi encuentro con el manifestante es absolutamente verídico y refleja exactamente lo que sentimos yo y tantos otros como yo en aquella atmosfera tan especial e inesperada que ha surgido hace apenas una semana. Los indignados del pueblo madrileño hemos conquistado literalmente el centro de Madrid. Una plaza semicircular y gigantesca llamada La Puerta del Sol es testigo del movimiento revolucionario más profundo que ha surgido en España desde los años treinta. En esa época, voluntarios e intelectuales de todo el mundo acudieron a Madrid, llamada “el corazón del mundo”, para defender la democracia frente al fascismo. Sus orígenes ideológicos eran muy diferentes y muchas veces incompatibles, pero por un breve periodo de tiempo, olvidaron sus diferencias y fueron un bloque frente al fascismo. Desgraciadamente esta experiencia duró poco. La “ilusión lírica” de la que habló Malraux fue vencida por la represión de los comunistas que provocó un desgarrador desencanto en la generación más comprometida y altruista de la historia.

Madrid, núcleo de la clase política, feudo del gobierno derechista del PP y de tantos ex franquistas, banqueros y empresarios, parecía ser la ciudad menos capaz de generar un movimiento como este. Y sin embargo, quizás precisamente por el hastío que han producido tantos abusos, asistimos a un movimiento que no se puede llamar de otra forma, sino de revolucionario. Madrid quedará en la historia como el comienzo europeo de una revolución que empezó cambiando el mundo árabe y se extendió a numerosos países (primero árabes, luego europeos y hasta americanos) hasta lograr cambiar el mundo.

El éxito de este movimiento se basa en el celo y el fervor absoluto llevado a cabo por los organizadores de la acampada, cuyo mensaje de “Democracia Real” ha llegado a convencer a todo el país. Pero todo esto tiene poco que ver con el mundo interior creado en el corazón del campamento. El paisaje vivido bajo las lonas es digno de ser descrito. La sensación que se tiene al entrar es la de estar en una “mini república” en la que la noción de la vida es distinta, los valores del capitalismo no sirven, el dinero ha sido abolido y el trueque es el sistema de cambio en vigor. En apenas tres días se construyó un recinto llenó de carteles con consignas revolucionarias y poesías escritas en grupo, bandas de música improvisada, batucadas, asambleas, almacenes de comida y comisiones de leyes, acción, infraestructuras, alimentación, comunicaciones y sanidad, todo ello organizado y planificado alrededor de la estatua ecuestre de Carlos III. El aspecto es el de una nueva ciudad atemporal en la que las diferencias de clase han dejado de existir. La gente se muestra esperanzada y con fe en la revolución. Surge el sentimiento de haber entrado de pronto en una nueva era de igualdad y libertad. Aquí los seres humanos tratan de comportarse (a veces torpemente) como seres humanos fraternales y libres y no como engranajes de la maquinaria capitalista. La camaradería exhibida es a veces exagerada. En todo ello hay algo extraño, patético y conmovedor y en ocasiones, incluso no me gusta, pero sé reconocer la existencia de un estado de cosas por el que vale la pena luchar.

La unión y el civismo por ahora se están manteniendo, pero las diferencias e incompatibilidades ideológicas son insalvables. Los acampados no lo tienen fácil, mantienen una lucha constante contra los sectáreos que acampan a su alrededor. Por dentro y fuera de los campamentos abundan jovenzuelos que no son para nada ejemplo a seguir ni espejo de este movimiento. Anoche, un punki contaba indignado que el propietario de la casa donde alquilaba le había echado por no pagar el alquiler ¡durante seis meses! El público que le rodeaba se mostraba comprensivo y hasta algunos le daban la razón en sus quejas. Yo fui de los pocos que le contradije cuando me pidió opinión; “Has tenido suerte" le dije, "Si yo fuera el dueño de la casa, hubieras durado un mes”. En el campamento no solo vive gente coherente y luchadora, también pululan muchos vagos, maleantes y oportunistas que quieren hacerse con el control del megáfono, para difundir su reivindicación personal de corte autonomista, feminista, comunista etc. Hay muchos pseudo-hippies que se creen en posesión de la verdad absoluta en su delirio marihuanero, botelloneros frecuentemente violentos e incapaces de concebir más libertad que no incluya alcohol y porros y todo tipo de radicales de una tendencia u otra que exigen el establecimiento de un régimen ácrata. Afortunadamente son minoría, por ahora está reinando la paz y el civismo y la gente coherente y luchadora no está dejando que estos mequetrefes estropeen algo tan importante como lo que está ocurriendo. Pero debemos permanecer alertas, en la fuerza del movimiento también están sus debilidades. Los mismos que refuerzan la gran acampada pueden echarla a perder en cualquier momento. En el apoyo del pueblo madrileño está el soporte poblacional del campamento, pero el soporte ideológico está fuera; en los trabajadores desengañados de toda España que por fin han comprendido que hay que tomar medidas radicales contra los abusos de los políticos y de los empresarios del sistema capitalista.

Para muchos quizás este resumen sea anacrónico y de un idealismo empalagoso, pero dejemos por un momento de lado el raciocinio y vivamos con pasión esta experiencia increíble. Este acontecimiento es quizás lo más cerca que vamos a estar de vivir la fraternidad revolucionaria que relató Orwell en la España de 1937. No puedo evitar confundir sus acertadas palabras con mis torpes reflexiones y mezclar unos con otros. Estamos en una atmósfera nueva en nuestra época en la que somos testigos afortunados de la única comunidad del mundo occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo son más normales que su contrario. Convivimos entre miles de personas que viven y se tratan en términos de igualdad; en algunos momentos se experimenta un espejismo de comunismo real. Desde luego, semejante estado de cosas no puede durar. Soy consciente de que es solo una fase temporal y necesaria para que ocurran los cambios a nivel mundial. Estamos jugando a un juego divertido y apasionado en un sistema gigantesco que se desarrolla en toda la superficie de la tierra.

Sin embargo, estoy convencido de que esos cambios van a llegar y de que esta revolución marcará las vidas de todos aquellos afortunados que la vivimos.

1 comment:

Anonymous said...

Me encanta el penúltimo comentario que haces, efectivamente, hay gente que "sobra" pero bueno, espero que conviviendo con el resto, sobre todo con l@s abnegad@s voluntari@s que organizan el campamento se den cuenta de que sus actitudes sobran.
El resto, un poco exagerado, pero claro ésto me lo parece en este mismo momento, que estoy lejos de la plaza de la "spanish revolution" y hace casi un día que no estoy. Anoche, y anteanoche, y al otro y al otro pensaba( y seguiré pensando cuando vuelva a estar en el campamento)que estamos ante algo gordo que puede( y debe) cambiar el panorama político a medio y largo plazo.
ESte movimiento puede ser nuestro caracazo, nuestra guerra del gas,nuestro argentinazo,etc.o algo que supere a todos o llegue a algo nuevo que abra las grandes alamedas por las que podamos pasar libremente y en paz.

PD leer textos como el tuyo me hace pensar que no soy el único ingenuo y que somos más de lo que pensamos.