17 Jul 2011

FACHAS DE IZQUIERDAS

Como hemos comprobado con sorpresa, en España -el país de la envidia, del “viva la fiesta” y del “jiji y el jaja”- también hay mucha gente indignada y comprometida con el mundo. Parece incluso que los comprometidos son mayoría, aunque las minorías fachas y ruidosas se hagan oír con más fuerza.

Hablemos de mayorías electorales. Tras la victoria aplastante del PP, la prensa de derechas se mofó de quienes anunciaban una toma de conciencia irreversible en la población española. Afirmaban que los indignados no llegaban ni a llenar una “plaza de toros”, como las que se llenan a rebosar en los mítines del PP. Se nos recuerda constantemente que la derecha obtuvo su máxima victoria histórica el 22 de mayo de 2011 con 8,5 millones de votos. Lo que no dicen es que esta cifra de la que tanto se congratulan solo representa al 24,5% de los españoles con derecho a voto. Es decir, un 75,5% de los españoles es no votante del PP. Teniendo en cuenta además que 11.710.762 de personas se abstuvieron: ¿De que mayoría están hablando? ¿O acaso las “mayorías absolutas” de nuestro sistema democrático no se corresponden con el sentimiento mayoritario de la sociedad? ¿Será que los deseos democratizadores del pueblo español no aparecen representados en los resultados electorales?

Hablemos de mayorías sociales. Un sondeo de Metroscopia demuestra que el 90% de la población española está de acuerdo con las principales propuestas de cambio en la democracia iniciadas por el movimiento 15M (1). Si esto es cierto, parece ser que hay más o menos un 10% de este país al que sería imposible convencer, porque están de acuerdo con el sistema o porque se oponen a los cambios propuestos para mejorar el sistema. Y aquí llegamos al punto escabroso: ¿Podría una minoría destruir un movimiento mayoritario? ¿Quién nutre este 10% de convencidos “anti-todo”? ¿Estamos seguros de que esa minoría ruidosa es solo la derecha radical?

Está claro. En ese porcentaje de población que se opone a todo lo planteado en el 15M no solo encontramos a los nazis y franquistas sin remedio; también hallamos un sector considerable de los miembros de partidos de extrema izquierda, a todo tipo de radicales antisistema, antiespañoles, alternativos y a frikis desentendidos incapaces de participar en un movimiento que represente a la mayoría de la sociedad española. Son minoría, es cierto, pero son muy ruidosos y su propaganda crea confusión en la gente poco informada y pone en peligro la unidad y la credibilidad de un movimiento que sin embargo, se autoproclama “para todos”. Su discurso destructivo afirma que vivimos en un país de fachas indeseables sin remedio. Pero ahora que se está demostrando lo contrario (que los fachas radicales son minoría), estos "anti-todo" son incapaces de replantear su discurso y reconocer que no supieron convencer como otros si lo han hecho.

La táctica de la extrema derecha coincide en este caso con la de la extrema “izquierda”; buscar las manchas al sol, para ningunear y minusvalorar al 15M, como si no tuviera importancia alguna. Pero no nos engañemos; la izquierda española, enfadada consigo misma, dispersa y dividida en una ingente cantidad de partidos y grupos políticos o sociales enfrentados entre si, nunca ha sido capaz de convencer a la mayoría de la sociedad. La gente siente un rechazo considerable al asistir a ciertos foros y debates donde parece que a uno le están dando una riña, o un cursillo acelerado de marxismo elemental, con un tonillo de prepotencia y superioridad que parece sacado de seres iluminados, hartos de predicar la verdad de las verdades al resto de los mortales materialistas y atontados. La mayoría de la gente progresista tiene claro que este país necesita una nueva corriente ideológica con nuevas propuestas y nuevos métodos, alejados de las soflamas marxistas del siglo XIX. Y ahora que por fin asistimos al nacimiento de un movimiento de protesta cuyas principales reivindicaciones logran convencer a casi todo el país, vemos que mucha gente es incapaz de dejar de fruncir el ceño. A la izquierda se le ha quedado el entrecejo arrugado y muchos siguen afirmando que no se cambiará nada sin la abolición absoluta del sistema capitalista.

Parece que a algunos les ha dolido en el alma no ser los “actores” principales de esta historia y no soportan quedar en segundo plano. Ya se sabe que la envidia es el deporte nacional de España y mucho me temo que uno de los mayores peligros que amenazan al 15M después de este paréntesis veraniego es que esta minoría despreciativa de gente prepotente y enfadada, vengan de donde vengan, acabe por aniquilar y empañar el espíritu de compromiso y esperanza que estamos viviendo.

Otro de los grandes pecados de este país es la prepotencia. En los días de la acampada, ya hubo que parar los pies a algunos personajes que empezaban a elevarse a los altares y se creían en posesión de alguna autoridad moral por haberse quedado a dormir más días, por haber construido “su” acampada o por haber participado en más asambleas. Que no se engañen a sí mismos, no se trata de escucharse entre ellos, compartir un porro y meditar yoga al unísono. No, la génesis del movimiento es escuchar a la gente de la calle y debatir las propuestas que tenemos para mejorar este sistema, evitando los abusos de los políticos y los mercados. Todo se iría al infierno si esa minoría de extremistas logra confundir al resto del mundo. Si el sentido común sigue reinando, los predicadores “anti-todo” y los antisistema del marxismo decimonónico nunca reconocerán los logros, siempre recriminarán y despotricarán contra todo. Es cierto, aún no se conoce una alternativa a este sistema inmundo, pero quizás paso a paso podemos llegar a reformarlo y a encaminarlo hacia algo nuevo, más respetuoso con el planeta y con el ser humano.

El tercer gran pecado de España es la intolerancia. No se puede convencer a estos intolerantes "anti-todo"; se creen en posesión de la verdad absoluta y todo aquel que no la comparta será masacrado sin piedad, sobre todo en los foros y comentarios de Internet y periódicos digitales, donde sacan a relucir su mejor perfil (no hay nada que más me ponga que el típico comentario a base de insultos con regusto a calimocho y faltas de ortografía, donde se tacha de burgués e ignorante incluso a los intelectuales e investigadores más reconocidos).

Hay que tener mucho ojo, muchos de estos "anti-todo" se autoproclaman parte del movimiento 15M y se permiten insultar y excluir a quien no cumpla sus requisitos revolucionarios. ¿Pero como? ¿El 15M excluyendo? Si así fuera parecería que las huestes franquistas de Losantos, Cesar Vidal y compañía se han infiltrado en lo más profundo del movimiento para autodestruirlo y alejarlo de la gente para siempre. Pero no es así, no se trata de fachas disfrazados sino “fachas de izquierdas" y mucho me temo que son uno de los mayores peligros para el futuro del movimiento y de la oleada de compromiso que estamos viviendo.







(1)http://www.elpais.com/articulo/espana/Apoyo/indignacion/15-M/elpepiesp/20110605elpepinac_12/Tes

1 comment:

Anonymous said...

Muy cierto. Los anti-todo pedantes y prepotentes van a acabar destruyendo el 15M. Están fuera del mundo real. No se identifican con nadie y nadie se identifica con ellos.