13 Jun 2011

¡INDIGNEMOS!

El capitalismo es el orden social que resulta de la libertad económica en el usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.[1]

Este concepto, que suena tan liberal, conveniente y lucrativo, en la práctica encarna un orden que podría definirse coloquialmente como la “anarquía de los ricos”; llámense especuladores, empresarios o banqueros. Anarquía en el sentido estricto de la palabra, ya que pueden llevar a cabo todo lo que se les antoje sin que ninguna ley se lo impida; saqueo de países, guerras “preventivas”, golpes de estado, crisis, cambios de gobierno, manipulación informativa y destrucción paulatina del medio ambiente y por ende, del mundo que habitamos.

La absoluta libertad de los amos del mundo se antepone a la labor social de la política y deriva en la acumulación de todo el poder mundial en manos de personas casi anónimas, sin ninguna responsabilidad con el mundo y cuyo primordial interés es enriquecerse a costa de todo y de todos. El efecto es sorprendente; cuanto más multimillonarios son, más avariciosos y ávidos de dinero se vuelven, caiga quien caiga. La derecha neoliberal aún afirma convencida la teoría de que el enriquecimiento individual de estos respetables señores tiene como consecuencia el aumento de la calidad de vida del resto de la población. Y nosotros, habitantes del “primer mundo” (el único que se ha beneficiado de la susodicha calidad de vida), hemos vivido cómodamente y felices en el estilo de vida que estos mandamases han planeado minuciosamente para nosotros; hemos jugado a su juego de trabajo y consumismo y nos han premiado haciéndonos propietarios de casas, coches y nuevas tecnologías. Nos hemos tapado los oídos ante la evidencia de que el costo de nuestro enriquecimiento es el despojo de los países del tercer mundo y hemos hecho la vista gorda ante tantas guerras, hambrunas y ante la destrucción del medio ambiente. Todo es tan ambiguo y tan confuso que las responsabilidades de todo esto se diluyen en el vacío. Vivimos muy bien en nuestra burbuja de cachivaches tecnológicos erráticos, en nuestra educación encaminada al analfabetismo y al empobrecimiento mental irreversible. Nos sentimos bien en el glamour, en lo sofisticado y decente de nuestras vidas.

Cuando todo parecía perdido, algo inexplicable remueve nuestras conciencias y nos lleva a salir a la calle a expresar nuestra indignación. En realidad el momento no es casual, vivimos en un contexto inmejorable para compartir información y tomar partido de una vez en la historia. Gracias a Internet y a las redes sociales, tenemos en nuestro poder todo tipo de información y podemos compartirla en cuestión de segundos. Pero debemos ser cuidadosos; no toda la información que corre por Internet es válida. Debemos hacer una criba severa y apartar la crítica pueril y subjetiva de la crítica documentada. La selección es fácil si se tiene buen ojo; muchos de los grandes intelectuales de nuestro tiempo han decidido tomar conciencia y han llevado a cabo obras literarias y documentales en las que se desenmascaran los grandes engaños e injusticias de nuestro tiempo. Aunque todos intuíamos los abusos de los gobiernos y de los mercados, no es lo mismo intuirlo que saberlo como irrefutable y poder comprobarlo. Al efecto Wikileaks, que ha evidenciado los métodos antidemocráticos, los abusos y el miedo paranoico del gran imperio yanqui, se le han unido las revueltas del mundo árabe, que dan lugar a una nueva era de democratización en la zona más caliente y vapuleada del mundo. El “choque de civilizaciones”[2] (fundamentalismo contra democracia) ha resultado ser una falacia, solo conveniente a los magnates y a los gobiernos ávidos de petróleo y de poder. El pueblo árabe ha dado el espaldarazo definitivo a la era Bin Laden y nos ha hecho entrar en una nueva etapa histórica. Reivindicando un cambio democrático de forma pacífica, los árabes se han convertido en el ejemplo a seguir por los indignados del mundo occidental, que curiosamente han comenzado la protesta en una ciudad de fundación islámica; "Mayrid".

Hoy, domingo 12 de junio, el movimiento 15M retira la acampada de la Puerta del Sol de Madrid. La plaza quedará como símbolo del movimiento, pero tras un mes de duración y de desgaste, se estaba poniendo en riesgo la imagen y la congruencia de los indignados. Que nadie se alarme, el movimiento sigue, va ser reforzado y sin duda lo mejor está por llegar. Pero seamos realistas, para que el cambio sea posible, necesitamos que el mensaje de indignación sea lo más coherente, riguroso y divulgativo posible. Tenemos una tarea pendiente que es la de indignar y comprometer a la gente que aún se niegan a oír y a ver, y para llevar a cabo esa tarea debemos dejar de lado nuestro discurso radical y exigirnos una imparcialidad absoluta. Estoy convencido de que no necesitamos grandes discursos; conociendo la realidad objetiva de las cosas tenemos razones de sobra para denunciar a los amos del mundo y exigir un cambio a nivel global. No es disparatado afirmar que vivimos, no ya en la anarquía de los ricos sino en la dictadura de los mercados. Somos súbditos de los mercados que son el verdadero gobierno mundial en la sombra y que manejan al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Autores e intelectuales prestigiosos y reconocidos como Hessel, Chomsky, Hobsbawm, Todd y Galeano, periodistas como Iñaki Gabilondo, Ignacio Ramonet y Pascual Serrano y documentalistas como Charles Ferguson,[3] nos brindan un recital de evidencias argumentadas y nos ponen en bandeja las herramientas para denunciar las injusticias del mundo. Divulguémosles, tomemos conciencia, no hagamos proselitismo político, ni interpretemos las cosas con prismas ideológicos; informemos e indignemos coherentemente a más y más gente hasta que seamos tantos que no puedan con nosotros.

La tarea es difícil; estamos exigiendo a los políticos que nos defiendan de los abusos de los mercados, cuando resulta que los mismos políticos están endeudados por los mercados y amordazados ante su poder (caso de la izquierda) o bien son aliados expresos de los mismos banqueros y empresarios (caso de la derecha del PP y el PSOE). Estamos exigiendo nuestro pan con una navaja torpe y desgastada, pero el encargado de repartir el pan está a su vez siendo apuntado con una pistola en la nuca. Obviamente, prefiere el rasguño de nuestra navajita al pistoletazo que le quitaría la vida; prefieren ser avergonzados y desenmascarados por el pueblo a ser aniquilados políticamente por los mercados. Quizás la única solución posible sea una reivindicación a nivel mundial que paralice el sistema.

Este mayo de 2011 ha cambiado nuestras vidas para siempre y nos ha hecho pasar de la palabra a la acción. No solo se trata de impedir que los mercados se enriquezcan a nuestra costa, en mi opinión es preciso denunciar con la misma intensidad la impunidad que tienen en el tercer mundo. Salen a la luz evidencias de que algunos bancos españoles como La Caixa especulan con la subida del precio de los alimentos, sustento básico de los países del tercer mundo.[4] Te animan a invertir en un depósito en el cual ganas dinero si los alimentos suben, es decir, ganas dinero con el hambre de la gente de África, Asia y América del Sur. ¿Vamos a permitirlo? Desde ya propongo tomar medidas para impedir que lleven a cabo tal barbaridad. Sacar todo el dinero del banco si es necesario.

Dice Galeano que el 15 de mayo ha dividido al mundo en indignados e indignos. Es hora de actuar de una vez contra estos últimos.

Comprometámonos, informémonos, divulguemos, indignemos.











[1][1] Esta definición concuerda con las teorías de Smith (1776), Ricardo (1817), Proudhon (1840), Marx (1848), Weber (1904) y con la actual enciclopedia británica.

[2] Teoría auspiciada por el ideólogo neoliberal norteamericano Samuel Huntington en su obra "The clash of civilizations".

[3] Podeis ver online el documental de Ferguson en http://www.cuevana.tv/peliculas/3310/inside-job/

[4] Blog: 3500 millones de ideas contra la pobreza. “¿Juega tu banco con el hambre del mundo?” http://blogs.elpais.com/3500-millones/2011/04/juega-tu-banco-con-el-hambre-del-mundo.html

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