13 Sept 2011

PERIODISMO, INTERNET Y LUCHA SOCIAL: ROMPIENDO TÓPICOS.

Según el adagio británico, el objetivo del periodismo es tan sencillo como salir a la calle, ver lo que pasa y contarlo. Así fue desde el comienzo de los tiempos y así seguirá siendo. Siempre hubo embajadores o corresponsales encargados de contar a la tribu lo que habían visto en su viaje. Contar ha sido la máxima prioridad. En palabras de Amy Goodman, el periodista más que limitarse a informar, debería ir donde está el silencio para dar voz al olvidado y al abandonado. Los medios privados parecen haber olvidado esa pauta imprescindible de ética periodística.

Como todos sabemos, los grandes periódicos se incardinan en el modelo empresarial liberal, son parte del mismo y no lo cuestionarán nunca de forma radical, porque lo necesitan para seguir enriqueciéndose. A partir del momento en que una línea editorial decide defender al sistema empresarial en vez de a la gente, los principios periodísticos comienzan a invertirse paulatinamente. El periodista ya no es esa especie de “guardián de la sociedad que vigila que tal se porta el poder”. En palabras de Iñaki Gabilondo, está pasando a ser lo contrario: un enviado del poder para vigilar a la sociedad. La información empieza a convertirse en propaganda de los distintos grupos de poder empresariales que controlan y vigilan a los medios de comunicación para que estos no cuestionen nada de lo que está establecido.

Teniendo en cuenta esa premisa, estoy en parte de acuerdo con el sentir del sector crítico con los medios y afirmo que deberíamos tratar al periodismo de masas con una postura vigilante. Pero creo que no debemos caer en una actitud despreciativa e infantil renunciando a leer los grandes periódicos. Estos son los que cuentan con los periodistas más preparados y capacitados para llegar a la noticia, comprenderla, comprobarla y contarla de primera mano. Es en los grandes medios donde trabajan los mejores profesionales con conocimientos suficiente para valorar y explicar la información y estos, aunque tienen un margen que no pueden rebasar, no siempre tienen porqué seguir la linea ideológica de la editorial. Además los grandes medios son los únicos que pueden pagar a los corresponsales en el extranjero.

Necesitamos leer periódicos como The New York Times, The Guardian, Le Monde o El País si queremos estar bien informados de lo que pasa hoy, de la inmediatez (si queremos un marco más general necesitamos libros). Pero debemos leerlos de forma crítica. Me explico: debemos ser escépticos ante los temas elegidos por la prensa, los protagonistas de las noticias (muchas veces interesados), la ubicación y la importancia de la noticia, el lenguaje (no pasar por alto los términos peyorativos como “régimen”), la infografía (los cuadros estadísticos poco o nada neutrales), las estrategias audiovisuales (fotografías de políticos riéndose a carcajadas, machaconamente repetidas en la prensa de izquierdas para provocar indignación), la elección de analistas y fuentes de documentación, lo que se omite y no se cuenta y los métodos tramposos de participación a través de encuestas (con preguntas tan poco objetivas como ¿Cree que Chávez debe perpetuarse en el poder?). También deberíamos conocer quienes son los accionistas y los anunciantes del medio (si esas empresas tienen intereses, por ejemplo, en Latinoamérica, deberíamos como mínimo desconfiar de la información referente a política económica latinoamericana). Con todo y con eso, en mi opinión no deberíamos ser tan infantiles como para descartar sistemáticamente a todos los grandes medios por estar avalados por una empresa. Simplemente tenemos que tener presente a donde tiende su línea ideológica, porque todos los medios tienen una. Debemos también ser conscientes -y lo afirma ni más ni menos que Pascual Serrano, creador de la web de izquierda crítica "Rebelión"- que los inventos y las falsedades en la prensa de masas son aún muy poco usuales[1]. En la prensa alternativa de internet y en los blogs son sin embargo, muy frecuentes.

La postura de querer leer un periódico con el que estemos de acuerdo en todo es francamente mediocre. Sería preocupante que eso sucediera. Es importante seleccionar fuentes y autores de confianza, aunque su opinión no sea exactamente la nuestra o su militancia no llegue a nuestras expectativas. No debemos olvidar que un informador debe aportar información datos y cifras, no solo opiniones. Un medio periodístico debe estar avalado por el rigor y la solvencia que esta disciplina debería exigir y garantizar. Nunca podrá ser sustituido por la información que habitualmente encontramos en internet, porque ésta muchas veces no es sometida a un análisis, ni a una verificación rigurosa, ni viene avalada por un profesional que conoce lo que está contando. Sin esas premisas, la información puede ser falsa, estar manipulada o puede que ni siquiera el autor de dicha información la comprenda ni la sepa explicar adecuadamente como sucede en muchos blogs. La eficacia de los internautas convertidos en periodistas es dispar y muchas veces dudosa.

Es necesario saber si la información que nos llega es cierta, quién la envía y para qué la envía. El periodismo nos debería dar ese "filtrado" y esa solvencia, “el sello de garantía del oficio”, tanto para confirmar el origen de una noticia como para verificarla. Uno debe ser consciente de que está leyendo oyendo o viendo prensa de derechas, de centro o de izquierdas[3] pero prensa que cuenta lo que ocurre en el mundo. Con respecto a esto, todos sabemos que hay unos medios mucho más fiables que otros. Y se supone que estos medios garantizan un mínimo; informar sin inventar, sin mentir. Ese mínimo se está perdiendo, pero aún existe en varios periódicos.

Deberíamos tener los pies en la tierra. Tan tonto es quien se cree todo lo que dicen los periódicos como el que cree que todo lo que dicen los medios es mentira y apoya lo contrario por sistema[2]. Afirma Jesus Prieto del medio digital Insurgente, refiriéndose a los internautas críticos con el sistema; “quienes vivimos políticamente en esta burbuja informática que es internet, hemos terminado distorsionando la realidad.” Según Prieto,la realidad virtual y la realidad a secas no son la misma cosa; la izquierda acostumbrada a moverse en su mundo de internet se queda conmocionada cuando sale y comprueba que la realidad es mucho más conservadora. La fantasía y la denuncia de conspiraciones paranoicas están a la orden del día en las webs críticas y alternativas, lo que termina provocando una gran falta de credibilidad ante las verdaderas denuncias. Los comentaristas anónimos del periodismo digital también demuestran que estamos lejos de haber llegado al ideal de objetividad y democratización virtual. Las estadísticas lo corroboran; la mayoría de los comentarios de toda la prensa digital pertenecen a "Trolls"; agitadores conspiranoicos, extremistas, fanáticos y maleducados que se dedican a insultar y a faltar al respeto para crear polémica, lo cual aleja de estos foros a las personas que realmente tendrían algo que decir.

Conclusión, si queremos estar informados, no nos queda otro remedio que leer -entre otras muchas lecturas por supuesto- a los periodistas y especialistas reconocidos que escriben tanto en los grandes periódicos como en algunos medios alternativos serios como Le monde Diplomatique, Rebelión, ATTAC, Insurgente o incluso Diagonal. Debemos vivir en la realidad y ser coherentes, no empeñarnos en vivir la "irrealidad virtual".

De la misma forma, parafraseando a Serrano, si queremos participar en un cambio social real y eficiente debemos centrar nuestros esfuerzos en causas reales y apoyar a los grandes movimientos de protesta, no centrar nuestros esfuerzos en la "lucha por internet". La fascinación por el potencial de difusión de la red puede llevarnos a la parálisis en otros ámbitos humanos de organización y compromiso. Como afirma Serrano, nuestra lucha y nuestra acción delante del teclado no va a tener influencia alguna en la política ni va a lograr un cambio social. No digo que haya que abandonar estas tecnologías, porque son muy útiles para divulgar protestas, pero si hay que trasladar ese esfuerzo a la vida real; “es igual de irrelevante el ermitaño que se retira a la montaña para vivir apartado del mundanal ruido, como el internauta encerrado en su casa que se limita a hacer la revolución en frente de su teclado”[4]. Vivimos un momento crucial en el que tenemos que centrarnos y concentrar nuestros esfuerzos en los frentes que merecen la pena. Serrano, Ramonet, Susan George y muchos otros están haciendo sonar la voz de alarma en contra de la “falsa participación”. La adulación del vegetarianismo, el consumo alternativo y la obsesión por internet distraen a la gente y juegan un papel reaccionario al hacer creer que somos parte de una sociedad movilizada, inmovilizándonos[5].

Si uno se informa correctamente y en profundidad no puede sino indignarse contra los abusos que comete la oligarquía mercantil y sus lacayos políticos. A mí personalmente ya no me enciende leer los repetitivos alegatos antisistema, tan machaconamente repetidos en la prensa alternativa. Me indigna más conocer pormenorizadamente las trampas y los engaños cometidos por los banqueros y mandamases comerciales. Y esa información la encuentro en los grandes periódicos. Aunque estos no lo denuncien.











[1] Pascual Serrano, “El periodismo es noticia”, 2009.

[2] Los diferentes medios alternativos, blogs y foros de grupos de izquierda radical de internet dan la impresión de contar con muchos seguidores, pero los resultados electorales demuestran que no es así.

[3] Es hora de que renunciemos al mito de la objetividad, la imparcialidad y la equidistancia. En el periodismo lo que más importa es la sinceridad, la comprensión y el rigor. Se trata de un oficio intencional; intenta provocar un cambio. Los mejores periodistas (Orwell, Hemingway, Reed, Capa, Wolfe, Capote) siempre hicieron un periodismo intencional. Hoy en día muchos periodistas siguen haciéndolo, aunque sea de forma vocacional en blogs personales, de forma independiente a su labor como reporteros del gran periódico de turno.

[4] Pascual Serrano, “El periodismo es noticia”, 2009.

[5] Según Serrano los ejemplos más insultantes son las páginas webs de recogidas de firmas para todo tipo de campañas; “en nada cambia que firmen esas páginas 1000 personas o 100 mil” solo en el número de visitantes a la página. Debemos tener en cuenta que gran parte de las campañas de recogidas de firmas por internet no tienen ninguna incidencia social. El caótico funcionamiento de la red y la euforia por la movilización virtual nos lleva muchas veces a perder el tiempo con cuestiones que ni siquiera existen. (En una ocasión afirma Serrano, en la web se pedía la redacción de una ley que se había redactado hace un año). No deberíamos abandonar los sistemas tradicionales de participación social, movilización. No nos alejemos de la realidad. Los encuentros, reuniones y actividades sociales con presencia física nunca podrán ser sustituidos por internet. Es aplaudible usar una videoconferencia para debatir con gente que está a cientos de kilómetros. Pero nunca deberíamos abandonar el contacto humano y el activismo social; los actos públicos, las movilizaciones callejeras y la organización política y social. Hoy más que nunca necesitamos dotar de coherencia y de un ideario sólido a los movimientos sociales.

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